jueves, 21 de marzo de 2013


La gran diosa Atenea de la mitología griega, conocida por los antiguos romanos como Minerva, nació siendo ya una mujer adulta de la frente de Zeus, el cual antes había engullido a Metis, titánide caracterizada principalmente por su precaución. Zeus, a causa de haberse comido a Metis, comenzó a sufrir unos dolores de cabeza intenso e insoportable así que pidió a Hefesto, el dios de los herreros, que hiciera algo. Y sí que lo hizo, de un fuerte golpe en la divina cabeza del gran Zeus se abrió la brecha por la que Atenea llegó al Olimpo.
Y este es el comienzo del mito de Atenea, la diosa de la guerra, la de la inteligencia y de la artesanía, la que dio su nombre a la magnífica Atenas, su ciudad protegida y consentida. Abanderada de su virginidad, tenía como símbolos al olivo, (fue ella la que lo entregó a los griegos) y a la siempre observadora lechuza. Solía llevar consigo el escudo de Zeus o égida, una lanza y un casco que lleva incorporado un penacho de plumas en su parte superior.

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