La gran diosa Atenea de
la mitología griega, conocida por los antiguos romanos como Minerva,
nació siendo ya una mujer adulta de la frente de Zeus, el cual antes había
engullido a Metis, titánide caracterizada principalmente por su
precaución. Zeus, a causa de haberse comido a Metis, comenzó a sufrir unos
dolores de cabeza intenso e insoportable así que pidió a Hefesto, el dios de
los herreros, que hiciera algo. Y sí que lo hizo, de un fuerte golpe en la
divina cabeza del gran Zeus se abrió la brecha por la que Atenea llegó al
Olimpo.
Y este es el comienzo del mito de Atenea, la diosa de la guerra,
la de la inteligencia y de la artesanía, la que dio su nombre a la magnífica Atenas,
su ciudad protegida y consentida. Abanderada de su virginidad, tenía como
símbolos al olivo, (fue ella la que lo entregó a los griegos) y a la siempre
observadora lechuza. Solía llevar consigo el escudo de Zeus o égida, una lanza
y un casco que lleva incorporado un penacho de plumas en su parte superior.
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